viernes, 27 de febrero de 2009

La luz de los olvidados


El maestro Santiago Castaño llevaba varios días encerrado en el Ayuntamiento, junto al alcalde y otros tres jóvenes, bajo la custodia de un hombre anciano. Olía el miedo, los fusiles y los rumores que gritaban que tendría que venir a declarar a Toledo.El maltrecho carcelero les animó a que se escaparan y se perdieran en el río.. Pero tenían poco que ocultar, habían colaborado con la derecha y con la izquierda en el pueblo para evitar que se derramase la sangre que corría en cualquier lugar de la provincia.

Díez días después, algunos vecinos que se trasladaron a la capital para asegurarse sus muertes trajeron de vuelta algunas pertenencias.

La historia de Santiago Castaño, el maestro de Caleruela, se perdió en el 'Tramo 48' del cementerio municipal de Toledo. Su nieto, Santiago Castaño Bellón lleva varios años intentando encontrar sus restos. "No quiero que sigan en el anonimato y perdidos como huesos de perro". Su caso es bastante atípico. Supo hace tres años que sus restos estaban en una fosa con 25 represaliados más. Cuando este periodista se enteró de que el Ayuntamiento de Toledo, gobernado entonces por el PP, estaba removiendo las fosas por falta de espacio, solicitó, junto a otros familiares,la exhumación de los cadáveres, que aún permanecen en bolsas de plástico en el cementerio a la espera de que el Ayuntamiento autorice el traslado de los cadáveres al País Vasco para que un experto antropólogo realice las pruebas de ADN.

(El reportaje de Santiago Castaño lo publiqué en La Tribuna de Toledo, en mayo de 2005. Foto cedida por Santiago Castaño)

1 comentario:

  1. ¡Qué gran relato!
    Sigue así Marta. Felicidades por sacar del olvido tan bien todas estas historias.

    ResponderEliminar