El ordenanza de Mauthausen
El castigo que le
aplicaron a Ramón en el campo de Mauthausen suena a capricho. Mientras
cientos de personas se morían de hambre, se dejaban caer acurrucados por
el frío, las enfermedades, la pena y las duras condiciones, a este
toledano le ocurrió lo contrario. La gusa confundía el peligro de los
que nada tenían que perder tras aquellos muros levantados para
rentabilizar el exterminio y dejaba rastros demasiado evidentes. De vez
en cuando, Ramón y algún deportado republicano más se acercaban a las
cocinas del campo central, cerca de las cámaras de gas, para robar
comida, pero estos fugaces atrevimientos los pagó caros. Los guardianes
le sorprendieron un día y le obligaron a tragarse cinco kilos de
mermelada como castigo. Sin duda, ninguno de los maltrechos y consumidos
compañeros se hubiera puesto en su pellejo porque al toledano le faltó
poco para morir de una indigestión. A partir de aquel momento, a Ramón
Bargueño, el deportado número 3.183, le apodaron "Mermelada"...sigue leyendo
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