martes, 3 de marzo de 2009

Los huérfanos de Aldeanueva



Uno de los pocos recuerdos que le quedan de su padre es una vieja foto que le enseñaba su madre de joven. Fermín posaba con «un mono azul y una piqueta», lo del color lo pinta en su imaginación porque la foto se estampa en blanco y negro, a pie de obra. «Estaba trabajando en la construcción de un puente en Francia». Siempre que veía la foto le decía a su madre, «¿pero ese no soy yo?»Tenía un gran parecido a su padre de joven. Imposible. El señor del mono azul era su padre, al que apenas conoció, poco antes de caer en las redes del ejército nazi, que detuvo y traslado a Fermín y a otros muchos españoles al campo de concentración de Gusen, un apéndice del hórrido Mauthausen. Allí también llevó un mono, pero de presidiario, a rayas verticales blancas y azules, marcado con el triángulo azul con el que los alemanes distinguían a los españoles. La fecha de su muerte no se le olvida a Fermín hijo: 31 de enero de 1942. No sabe qué le hicieron, aunque ha visto reportajes en televisión contando la tragedia del exterminio, los hornos crematorios, la cantidad de personas que iban de un sitio para otro semidesnudas, sin esperanza, pasando hambre, trabajando como esclavos, viendo morir a su gente fusilada, quemada, asesinada, acurrucada en los rincones de aquellas cárceles inhumanas esperando la muerte y escuchando que terminarían en aquellos hornos...

La de veces que su hijo Fermín ha escuchado que los prisioneros entraban por las puertas de Mauthausen y de otros tantos campos de concentración austríacos y salían por la chimenea. Así se borraban las huellas de los crímenes nazis. «¡Se dicen tantas cosas! Lo que sé es que mi padre se despidió de otro del pueblo, que también estaba en Gusen, cuando le trasladaron a otro pabellón». Fueron las pocas noticias que recibió la familia al poco tiempo, cuando este otro vecino de Aldeanueva de San Bartolomé consiguió librarse de lamuerte y regresó al pueblo.

Muchos españoles quedaron huérfanos de padre omadre durante la Segunda Guerra Mundial. En la provincia de Toledo se ha recuperado un listado con el nombre y apellidos de 190 refugiados fallecidos en los campos de concentración entre 1940 (año en el que deportaron a los primeros cientos de españoles a Austria) y 1943. Ahora, más de sesenta años después, el gobierno francés ha decidido restituir la memoria de aquellos años y rescatar del olvido a tantos represaliados confinados en el horror. El Ministerio de Defensa aprobó un Decreto a finales de 2004 para que los descendientes perciban una indemnización de 27.440, 82 euros o una renta vitalicia de 457,35 euros mensuales con tal de que se acredite que la muerte sobrevino ‘por deportación’ o en los campos de concentración, y se faciliten documentos que prueben la filiación y que la edad del descendiente no superaba los 21 años en el momento de su muerte.

Fermín ya tiene toda la documentación preparada. El acta de defunción de su padre, un papel en alemán que confirma la fecha de su deportación al campo de Gusen y otros papeles que acreditan que se quedó huérfano con sólo cinco años. Sus otros dos hermanos eran un poco más mayores. «No le conocí. Estuvo en España hasta el 39, y sé que vino a verme, pero yo era muy pequeño. Cuando terminó la Guerra Civil se pasó a Francia como refugiado político y se alistó en un batallón de trabajadores. Luego se lo llevaron al campo de concentración». Pequeños retazos de una historia marcada por el silencio, porque simpatizar con la «izquierda» era castigo seguro. «Mi padre era bastante activo, iba de pueblo en pueblo vendiendo romanas y otros artilugios. Era un hombre bueno y nunca hizo mal a nadie. Era de izquierdas y estaba a favor del gobierno legal que había hasta el 36», relata Fermín, dejando claro que fue Franco quien armó la Guerra Civil...

(Fermín me contó la historia de su padre hace tres años. Estas letras son un extracto de parte del reportaje que publiqué en La Tribuna de Toledo)

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